Ojeras en los ojos, noches de
insomnio,
razón encendida,
un equipaje y una rosa,
nieve color del carbón,
mares sin movimiento,
nubes sin llanto,
estrellas sin luz.
Besos hambrientos auguran
una lágrima que el aire transporta,
como un virus irritado.
Con ladrillos de sangre mendigo
unos minutos de melancolía antes de
morir.
Me siento como un girasol
dando vueltas a la misma poesía,
para conseguir alterar el ritmo
que cambie acidez por nitidez.
Mis sueños viajan en una estrella
fugaz,
mientras la realidad se desploma ante
mi mirada.
Las cuitas del poeta cortan en
rodajitas mis sentimientos,
frigidez en los versos,
aspirar un puzle que le faltan piezas.
Vértigo en los parpados,
rezar y la música sonar,
pasaporte a una palabra acre.
Enfermedad sin cura,
un bosque arde sin cesar,
oxigeno preso en los posos del
alcohol.
He aprendido a amar sin corazón
Cepeda
No hay comentarios:
Publicar un comentario