Las ramas suspenden silencios oportunos,
las hojas hierven diálogos prematuros.
Arranco una rosa del jardín de la ternura,
con mis ojos entrecerrados
y mi mirada impúdica,
la desnudo como a una mujer,
con delicadeza y exquisitez.
Me abro paso a través de su corola,
deshojando pétalo a pétalo
hasta acercarme a ese caudal de vida,
que la hace tan femenina.
Al descubierto queda su pistilo.
¡¡¡ Quien fuera abeja para allí unos granos de polen inhalar!!!.
Veo su cuerpo desnudo
y su alma transparente.
Me aturde su perfume que aspiro día y noche.
Me destella su mágico hechizo.
¡¡¡ Eres tan hermosa diosa del amor !!!!.
El aire flota y es caricia en mi boca.
Rosa mía , no eres un verso,
eres la virginidad hecha poesía.
Te poetizo porque me intimidas, me provocas y me seduces.
Eres virtud y arte desatado en el cosmos
de la sensualidad.
No me invites a pecar
que en musa mia te has convertido.
No quiero letras violadas
por el desenfreno de una noche perturbada.
Son tus labios ardientes los que deseo antes de que te marchites.
Eres flor, femeniedad y pasión.
Cepeda.
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